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miércoles, 27 de marzo de 2013

DRAMATURGIA VIVA


Cuando me invitaron a escribir este artículo pensé mucho en mi ciudad, y estoy hablando de Yarumal, porque fue ahí donde formé el corazón y preparé mi cuerpo para lo que se vino después, para convertirme en un actor y ahora “joven dramaturgo” antioqueño. Porque mientras viví en Medellín estos últimos dieciséis años comencé a ver a mi pueblo como la mayoría de capitalinos, como nos ven muchas veces en Bogotá a los de Medellín, como nos ven muchas veces aquí en Brasil a los colombianos, como nos ven casi siempre los norteamericanos y europeos a los latinos, como si no estuviéramos vivos. ¿Y qué podemos hacer para seguir vivos? ¿Para perdurar como Días, Viviescas, Freidel, Velásquez, el Arao, Martínez, Sierra, Romero, Vallejo y tantos otros que todavía brincan, juegan, lloran, sienten y viven en los teatros del mundo? La respuesta es obvia, hay que montarlos, representarlos, instalarlos, no dejarlos morir. A ellos y a los que apenas estamos naciendo, a los que llegamos al mundo hace mucho tiempo y empezamos a caminar hace pocos años con pasos firmes, equivocados pero firmes y dispuestos. No importa de dónde somos, si nacimos en Frontino, Manrique o en la clínica El Rosario de Medellín, no es eso lo que alimenta nuestra dramaturgia, es lo que tenemos por dentro. No seamos centralistas, tampoco nos sintamos periferia, la única manera de resaltar nuestro trabajo es haciéndolo por nosotros mismos, no hay que esperar a ser montados por un grupo importante de afuera, hay que montar desde adentro, revivir a nuestros muertos y darle respiración a nuestros vivos. Llevemos a escena nuestras obras, cuando nos reunamos a analizar textos, comencemos por los locales, por la gente que nos rodea, por los dramaturgos que hablan lo que nosotros queremos hablar. No seremos más importantes si sólo montamos a Shakespeare, seremos osados pero no diferentes. Y no estoy invitando a ese regionalismo descontrolado que nos reconoce como “paisas pujantes”, no es eso, estoy invitando es a la apropiación, a la credibilidad y materialización de lo que ya tenemos. No se trata de escribir o montar sólo obras costumbristas, comunitarias o políticas, que ya por el mero hecho de escribir nos volvemos tradición, somos política desde el mismo momento en que decidimos ser teatro. Eso dejémoslo a los otros, al que escribe la columna en el Colombiano, al público, a la mamá, que sean ellos los que le pongan nombre o género a lo que hacemos, nosotros simplemente escribamos, creemos y principalmente montemos nuestras obras para poder seguir vivos.


Ya tenemos un listado de dramaturgos vivos que nos pertenecen, inclusive algunos de los que ya están muertos siguen vivos. Porque la dramaturgia no está hecha para ser leída sino para ser interpretada. No tiene sentido hablar de dramaturgia cuando no se lleva a escena, cuando no es traicionada. Somos vulnerables a la negación, a la interpretación distante, a las múltiples visiones de lo que quisimos decir cuando nos sentamos a escribir, pero de eso se trata ser dramaturgo, nuestro trabajo es el esqueleto del cuerpo; la sangre, la carne y la piel sólo existen cuando los personajes sienten y viven en el espacio dramático, en el mundo ficcional que seguramente nada tendrá que ver con el que nos imaginamos esa noche a las tres de la mañana inspirados, con los dedos a mil y la mente sin poder conciliar el sueño.




Ser dramaturgo vivo es estar dispuesto a la transformación, a la adaptación, a la malinterpretación de lo que sentimos como propio; cuando una obra no es montada, cuando se queda en la biblioteca personal, impresa, sucia, leída por nosotros mismos o por el amigo actor que tanto lo quiere a uno, cuando se queda en la sala de ensayo o en la cabeza del colectivo, comienza a morirse, la protegemos tanto que ella se envejece, de desgasta y se muere. Y es que a veces tenemos que sentir dolor, miedo, angustia, para después disfrutar de la alegría, del éxito, del placer; así es el teatro, de matices profundos y sentimientos encontrados; pero qué bueno, porque mientras esto ocurra entonces estamos vivos, y no importa la metodología o la raíz. Yo por ejemplo me siento dramaturgo no por lo que he escrito, que eso apenas está comenzando a caminar, sino por lo que he creado e improvisado, porque existen otros tipos de dramaturgia, la Creación Colectiva nos dio esa herencia, aprovechémosla, estudiémosla, hagámosla. Ya no existe únicamente eso de autor, director y actor como tres entes dispuestos a mirar lo mismo de diferentes formas, ahora somos rizoma, aprovechemos lo que la época nos trajo y nos incita; misturémonos, tomemos material de aquí y de allá, escribamos sobre la escena, improvisemos, cojamos un texto e interpretémoslo como queramos, no importa si es representado o instalado, lo que importa es transformar esa dramaturgia en obra, en pieza, en cuadro, en performans, en imagen… en lo que nosotros queramos, pero hagamos algo con eso, no lo dejemos en la historia y en los libros, recordemos que el teatro sólo es teatro cuando es teatro y no cuando es idea, texto o intención.

Por favor montemos nuestras obras, mutilemos nuestros textos, adaptemos esas historias, hagámoslas nuestras, amémoslas, traicionémoslas, respetémoslas y maltratémoslas con mucho amor, sólo para sentir que estamos vivos, porque los dramaturgos somos egocéntricos,  hedonistas, anarquistas, egoístas, como usted, sólo que necesitamos ver en acción lo que creamos para poder respirar, de lo contrario de nada valió la pena trasnocharse. 

(Artículo para el Conversatorio sobre Dramaturgia organizado por el Consejo Municipal de Artes escénicas de Medellín, Subsector de Dramaturgia. Homenaje a la Dramaturgia de Medellín. Tres Dramaturgos - Tres Generaciones - Tres Lecturas Dramáticas. Marzo de 2013)



domingo, 24 de marzo de 2013

A ESTUDAR IMPRO CARALH...



A improvisação tinha sumido dos palcos há muitos anos, demorou vários séculos para voltar ser a cena e não parte do processo para a cena. Agora ela volta à moda, todos querem improvisar, assistir um vídeo de Impro no YouTube ou ir ao teatro e rir com as ocorrências dos improvisadores.

Muitos dos Impro-aficionados também anseiam aprender a fazer isso, que é tão divertido e às vezes parece fácil. Mas o que faz alguém querer estudar Impro?
-“Eu sou muito espontâneo” – pensam alguns. “Eu quero ser espontâneo” – pensam outros. Tem os que acham que aprender a improvisar é o mesmo que aprender a fazer Stand Up, ou por ser uma moda divertida, ou para ser famoso como aqueles caras da internet, os que apenas querem relaxar após um dia de trabalho. Claro que também, em menor escala, há aqueles que querem estudar Impro porque acham que é um bom caminho na sua formação de ator. Qualquer que seja o motivo, estas pessoas se encontrarão na sala de treinamento, dispostas a receber uma jornada de jogos, exercícios e cenas improvisadas, para no final se enfrentar à plateia, por que na verdade é só aí que a Impro cobra sentido, quando é feita frente ao público.

A Improvisação teatral não chega através das boas idéias, talento, desejo ou espontaneidade. Ela chega só através do estúdio, do treinamento. Já vimos pessoas que mudam radicalmente por causa da Impro, nós mesmos já mudamos com ela; as bases técnicas que ela propõe servem tanto para a cena como para a vida: a escuta, o trabalho em equipe, a aceitação, a capacidade de decidir rapidamente, de se divertir com o outro, de entender e propor para sair do cotidiano, são sem dúvida elementos que fazem a vida mais tranquila e vivível. Não pense nunca em fazer Impro sem treinar Impro. Tente improvisar sem copiar o que já viu, sem ter nada preparado, tente e vai ver que precisa de ferramentas, porque a Impro é feita de jogos, porém improvisar não é um jogo. Como diz Omar Argentino Galván “Somos improvisadores, mas não somos improvisados.” Temos que nos preparar, conhecer as bases técnicas para depois pirar e fazer o que queremos a partir delas, esses conhecimentos são acumulativos e inesgotáveis.

Spolin, Johnstone, Moreno, Lecoq, Leiton e muitos outros nos guiaram até os caminhos possíveis para a improvisação ser parte do nosso corpo de um jeito natural e gostoso, muitas companhias no mundo deram passos enormes e nos apresentaram outros caminhos improvisados que podemos percorrer. Mas não se esqueça, sempre vai precisar de estúdio e prática, porque a mente é como os músculos do corpo de um bailarino ou um esportista, ela precisa de alongamento diário, de preparação constante para ser cada vez más ágil, mais espontânea e criativa, quanto maior a carga horária de treinamento maior será o poder de criatividade do improvisador.

Assim como o corpo do improvisador, ele deve se preparar sempre, sair do seu estado natural para voltar a ser criança, abandonar os vícios, os medos e as censuras. Aprender a acreditar nas propostas dos outros, a emprestar os ossos, a pele, o rosto… a outras personagens para que habitem nele. A escrever com ele histórias nunca antes feitas e que nunca mais se repetirão.
A Impro não é uma moda, ela tem milhares de anos, só que agora está de novo no olhar do mundo, é por isto que temos que nos preparar sempre e conhecer a profundidade a técnica, especialmente se queremos virar improvisadores de verdade.

(Artigo escrito com junto com Allan Benati para o Guia do Portal Improvisando http://portalimprovisando.com/2013/03/16/a-tecnica-impro/)